Final de mes para este blog tan sólo implica una cosa: nueva entrega de #AquiTenemosOpciones. Hoy quiero hablaros de las Pizzerías Pura Gula.
La dinámica de estos restaurantes me resulta curiosa. Se paga un precio que ronda los 12 euros por cabeza (depende un poco de si vamos al medio día o por la noche, o si es diario o fin de semana), y eso da derecho a un bufé de pastas y ensaladas, toda la pizza que podamos/queramos tomar, una selección de pizzas dulces como postre y una bebida. El resto de la bebida consumida se paga aparte.
En total la franquicia cuenta con tres locales, dos de ellos se encuentran en la ciudad de Málaga, y el otro, que es el que personalmente conozco está en Sevilla.
Hace unos meses quedamos unos amigos para cenar, y como todos tenían muchas ganas de pizza y estábamos por la zona, se nos ocurrió que podíamos probar el Pura Gula. Yo ya iba hecha a la idea de que iba a comer poco o nada, y que como mucho podría probar las ensaladas del bufé. Por suerte, y como muchas otras veces estaba muy equivocada, porque salvando los postres, pude comer una versión sin lactosa de todo.
En el bufé de ensaladas y pastas, cada ingrediente tiene su propio recipiente, y cada uno puede servirse la cantidad que quiera y combinarlos como mejor le parezca. Esto es una gran ventaja, porqueque es muy fácil evitar los productos lácteos, y las salsas que pueden contenerlos. Además para la pasta hay una salsa de tomate y otra de tomate picante ambas libres de lactosa.
Las pizzas, no se piden directamente, sino que los camareros van pasando por todas las mesas, con todos los tipos, y cada uno se sirve lo que quiere. Yo tenía que decir a todo que no, y el encargado, que se dio cuenta, vino a preguntarme si tenía alguna alergia. Le dije que no podía tomar lactosa, y me respondió muy amable "¿Y por eso te vas a quedar sin tomar pizza? Te traigo la carta, me dices la que quieres y te la preparamos sin lácteos. Y si quieres puedes pedir mitad de un sabor y mitad de otro". Dicho y hecho, en menos de diez minutos tenía una pizza, mitad de gambas al ajillo y mitad de verduras a la parrilla, enterita para mí sola.
Cuando me la sirvieron, otra camarera muy amable, me dijo que para la próxima vez podía llevar un queso sin lactosa, para que estuviera "más alegre". Obviamente, no puedo decir que sea la mejor pizza que haya comido, porque el queso es a la pizza como el ketchup a las patatas fritas, pero a mí en aquel momento me supo a gloria.
Los postres sí que fue imposible probarlos, porque todos tenían chocolate (con leche o blanco), o natilla.
Pero eso no quita que quiera animar a todos los que se encuentren por la zona a que prueben estos restaurantes, especialmente a los que tengáis niños pequeños, porque les va a encantar. No creáis que me gusta mucho hablar de productos que no están al alcance de todos los lectores, pero al fin y al cabo, lo que uno conoce es lo que tiene más cerca, y nunca hablaré de nada que no haya probado yo misma.
¡A disfrutar!
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